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miércoles, 19 de mayo de 2010

San Mamés o el santo que da nombre a "La Catedral" del fútbol

El Athletic fijó en 1913 la ubicación de su definitivo campo, tras los titubeantes inicios en dos recintos muy alejados de Bilbao, en Lamiako (Leioa) y en Jolaseta (Getxo), ahora en un terreno colindante con la Santa Casa de Misericordia. En el momento de buscar un nombre, nada pareció más apropiado que el del santo que se venera en la capilla de esa bilbainísima institución benéfica. Así San mamés ha pasado a la historia como "La Catedral" del fútbol, siendo el estadio más antiguo de la Primera División.

A modo de cuento de hadas, debemos conocer la hermosa leyenda que rodea la vida de San Mamés para descubrir su vinculación con el león; pues éste de ha convertido en símbolo de la garra que desde hace más de un siglo ponen los jugadores rojiblancos. La existencia de ese chaval y la de sus padres está envuelta de magia y milagros.

Hemos utilizado como fuentes el boletín quincenal interior de la Santa Casa de Misericordia de Bilbao: "San Mamés" (publicación que un bilbaino de adopción, llamado Emilio Trascasa, conserva intacta como un autentico tesoro) y tres libros fundamentales, a saber: Histoire de Saint Mammés, patron de la Cathedrale de Lagres, de Tomás Bailly; junto a dos obras del mismo titulo: Vida de San Mamés, que firman Miguel Moreno y fray José Moreno.

San Mamés martir
Teodoto y Rufina, un matrimonio joven, rico y piadoso, que vivía en Gangria de Galacia, esperaba con ilusión el nacimiento de su primogénito. El edicto del año 257 de nuestra era del emperador Valeriano prohibía los actos de culto de los cristianos. Los gálatas pasaban por ser de indomable carácter, y a pesar de estar sometidos a los romanos desde siglos atrás, todavía conservaban con altivez su idioma y sus tradiciones.

Así que este inquebantable matrimoni, terco es su fe, fue conducido, encadenado, a Cesárea y sepultado en una infecta mazmorra. Al poco tiempo muere Teodoto y, más tarde, fallece también Rufina al dar a luz a su hijo Mamés.

Por aquel entonces, un ángel desciende del cielo a la rica mansión de una matrona caritativa llamada Amia y le manda adopte al recién nacido como legado celestial. Cuando Mamés cumple 13 años muere su madre adoptiva y el rico chaval no duda en repartir su fortuna entre los pobres de Cesárea. Mamés se dedica luego al pastoreo y a la oración. Unas veces en el desierto y otras en la campiña solitaria, transcurren en paz dos años de su vida.

Más tarde, fue el propio emperador Aureliano quien, a latigazos, trató de arrancar del jovencito la renuncia a Jesucristo; pero el mismo Dios hizo que las piedras lanzadas contra Mamés se retornaran violentas contra sus enemigos. Además, las llamas del fuego destinado al piadoso muchacho se volvieron fatídicas para sus carceleros. La tradición asegura que cuando iba a ser arrojado al fondo del mar, sujeta al cuello una enorme piedra, un ángel del cielo lo trasladó al monte Argeo.

A últimos de agosto del año 275, los soldados dan con el retiro de Mamés en el Argeo. Después, mientras explica los Evangelios, las fieras salvajes van saliendo sigilosa y mansamente de las madrigueras, rodeando incluso a los soldados romanos. Interviene Mamés y les garantiza que nada malo ocurrirá si le dejan libre, y promete presentarse en breve ante Alejandro, el prefecto de Capodocia.

Pero Alejandro dispuso que lo quemaran vivo. Menos mal que el Señor acudió de nuevo en su ayuda al salvarle de las llamas. Se asegura que más tarde un fiero león saltó a la arena del circo de Cesárea con gesto arrogante y señales carniceras, pero terminaría acercándose dócilmente a Mamés ante la incredulidad general, doblándose en inequívoca señal de sumisión y cariño.

Entonces el prefecto, ciego de furor, ordeno a uno de sus soldados que abriera en canal con un tridente el cuerpo del tierno adolescente, proporcionandole así la corona del martirio.

Su fiesta se conmemora en el Martirologio Romano el 17 de agosto, pero en muchos lugares sus fieles devotos honran su memoria el día 7 del mismo mes. En realidad, en esos casos usan los distintos nombres de Mamante, Mamas, Mamete, Mamed y Mamiñe.

El magnífico relicario que hoy se guarda en la capilla de San Mamés de la Santa Casa de la Misericordia de Bilbao (obsequio de la Diputación de Zaragoza) encierra un trozo del cráneo del mártir.

(Fuente: Crónica del Athletic de Bilbao 1994 - 1995)