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lunes, 20 de mayo de 2013

¡Bielsa, carajo! (II)

Artículo publicado por Fermín de la Calle en jotdown.es


Pocos lo recuerdan ahora; Marcelo Bielsa, sin embargo, no lo olvida. Todo empezó mal, atravesado. En la tercera jornada, el Athletic aún no había ganado un partido y el run-run de los puristas de San Mamés era inquietante. Corría el minuto 12 cuando el Betis anotó su segundo gol por medio de Nacho. Amorebieta se giró al banquillo y vio a Bielsa desgañitarse. Llegó el descanso y el vestuario del Athletic se cerró a cal y canto. Todos esperaban una bronca monumental del Loco que, contra pronóstico, rebajó su habitual vehemencia y advirtió: “Bueno, chicos, seamos positivos. Peor no lo podemos hacer”. El Betis ganó aquel partido 2-3 y el Athletic llegó a la quinta jornada en puestos de descenso tras sumar dos puntos de 15 posibles. Los apocalípticos bielsistas copaban las tertulias y los páginas de los periódicos cuestionando la valía de Bielsa y su idoneidad para el banquillo del Athletic. Llegaba el derbi en Anoeta, partido que el presidente del Athletic, Josu Urrutia, tenía marcado en rojo en el calendario. Bielsa se medía a Phillipe Montanier, el llamado Guardiola francés. Aquel 2 de octubre comenzó bien para los rojiblancos. Fernando Llorente adelantó a los leones con una maniobra deliciosa en el área, pero a la hora del partido el Loco vio desfilar todo tipo de fantasmas cuando Íñigo Martínez batió a Gorka Iraizoz desde su propio campo. Con la Real crecida, Llorente, en lo que sería una constante durante toda la temporada, rescataba al Athletic con un remate a centro de Amorebieta. 1-2 final y respiro para Bielsa, que esperó a sus jugadores en el túnel de vestuarios y felicitó enérgicamente uno por uno a todos. El Athletic de Bielsa echaba a andar.

Marcelo se acercó a Markel Susaeta, que la pasada temporada solo había sido titular en 16 partidos, en muchos de los cuales tuvo que aguantar los pitos de San Mamés, y le dijo: “Oiga, Markel, usted tiene un problema. Yo creo en usted, pero usted no cree en usted. No se tiene fe. Y es una pena porque reúne aptitudes”. El rosarino trató de tocar la fibra al de Éibar. La maniobra había salido bien con De Marcos y obrado un milagro en Iturraspe, que pasó de mediocentro pusilánime a caudillo de la medular. Ahora le tocaba el turno a Susaeta. Bielsa se dio la vuelta y al pasar junto a Ander Herrera e Iturraspe les advirtió: “Carguen el juego por la derecha. Todas a Susa”. Hoy, meses después, Markel es el jugador de campo más utilizado de la plantilla, ha sido titular en más de 45 partidos, los ha jugado todos presentando cifras dobles en goles y asistencias. Aquella provocación de Bielsa logró el efecto pretendido. ‘Susa’ marcó los dos goles en la vuelta del derbi ante la Real y asistió en tres de los cuatro goles que el Athletic anotó en Alemania ante el Schalke en el histórico 3-4 de cuartos de la Europa League. Nadie pita ya al chico de Éibar en La Catedral.

El 8 de marzo descansa ya en la historia del Athletic como el día en que los Leones tomaron Old Trafford. Wayne Rooney adelantó al United en la única ocasión que concedió el Athletic en la primera mitad, pero Fernando Llorente situó las tablas en el marcador en el minuto 44, desatando el delirio en la grada. Con la testosterona por las nubes y la euforia desatada tras el gol del Rey León, Bielsa cerró la puerta del vestuario y pidió silencio. Un silencio sepulcral. “Tienen ustedes la oportunidad de hacer historia en uno de los campos más prestigiosos del fútbol mundial. Empatamos y queda el partido de vuelta, pero ustedes hoy no se juegan la eliminatoria, están en disposición de entrar en la historia del Athletic si son capaces de salir triunfantes de acá. Uno juega al fútbol para disputar este tipo de partidos en este tipo de campos”. El resto es historia. Muniain y De Marcos hicieron estéril el postrero gol de Rooney y al final, mientras ocho mil rojiblancos festejaban en las gradas de Old Trafford el triunfo, Bielsa se limitó a manifestar en sala de prensa: “Hay que felicitar a los chicos por su ambición, pero lo conseguido hoy sólo tendrá valor si lo rentabilizamos en Bilbao”. Algo que el Athletic logró emulando aquel histórico 5-3 logrado en 1957 por el Athletic ante el United de Ducan Edwards. Pero Bielsa ya pensaba en Raúl y su Schalke.


José Ángel Íribar, que había aprovechado en febrero el enfrentamiento ante el Lokomotiv para visitar la tumba de Yashin en Moscú, entró en el vestuario sin pedir permiso. Se topó con Bielsa, quien lo abrazó desembarazándose rápidamente de él, sonrió y cuando estaba achinando los ojos descubrió aquello. El Athletic había sufrido para eliminar al Sporting portugués y meterse en la final de la Europa League. Y la tensión, mezclada con la alegría hiceron brotar las lágrimas del mítico portero rojiblanco. Bielsa, como Javi Martínez, quedó impactado por aquel gesto: “A Iríbar siempre le consulto, siempre charlamos. Siento gran admiración por él, por lo que significa”. Las lágrimas del pasado 26 de abril poco tenían que ver con las que Iribar derramó en 1977, tras perder la final de la UEFA contra la Juventus, en aquel año grandioso y maléfico en el que el conjunto rojiblanco jugó dos finales, como ahora, y las perdió. Era la primera final europea. La primera derrota y cómo lloraba el Txopo. Meses antes, un central tosco pero intenso llamado Marcelo Bielsa obtuvo la medalla de bronce con la albiceleste en el Preolímpico de Recife, en Brasil. Su mayor logro como futbolista. Décadas después regresaría a la selección como Director Técnico. Bielsa se sentó en la sala de prensa de La Catedral en medio de la algarabía generalizada por el histórico logro, empuñó el micrófono y miró al tendido por encima de sus gafas: “Antes de entrar al campo, en lo que más acento pusimos fue en jerarquizar de manera proporcionada el defender y el atacar. Ese fue el eje de la mirada estratégica y táctica del partido. En el plano emocional, el contorno del partido eximía de demasiados aprontes, porque todos sabíamos lo que el partido representaba. Después del partido lo que hice fue agradecer, felicitar reconocer y destacar que todo esto es absolutamente merecido”. Pocos lo entendieron, como siempre; todos lo aplaudieron perplejos como nunca. El Athletic había hecho historia.

Hoy Bielsa inisistirá en lo que lleva meses tratando de inculcar en la cabezas de sus jugadores: “Siempre les digo a los muchachos que el fútbol es movimiento, desplazamiento. Hay que estar siempre corriendo. A cualquier jugador, y en cualquier circunstancia, le encuentro un motivo para estar corriendo. En el fútbol no existe circunstancia alguna para que un jugador esté parado en la cancha. Soy partidario de un fútbol más urgente y menos paciente porque soy ansioso, sin duda, y porque soy argentino, por supuesto”. Cuando Bielsa salte hoy al campo en Bucarest y se tope con Diego Simeone le saludará protocolariamente, dejando pendiente una charla entre dos tipos que se admiran, se respetan y se conocen desde hace mucho tiempo. Hablarán dentro de un mes, periodo marcado por ambos con la complicidad del ayudante del Cholo, Germán Mono Burgos, portero de la albiceleste en la era de Bielsa. En el Mundial de Corea y Japón, Argentina resultó eliminada en la primera fase tras un doloroso empate con Suecia. A la finalización del partido y antes de volar rumbo a Ezeiza, Bielsa reunió a todos en el hotel de concentración para agradecer el compromiso, pero se derrumbó y comenzó a llorar desconsoladamente. Burgos se levantó a consolarlo junto a otros compañeros. Bielsa siempre ha tratado de aislar sus sentimientos de su trabajo, evitar la implicación sentimental para no contaminar el trance fundamental de la toma de decisiones. Tres veces no ha podido evitar el afecto por unos colores. Por los albicelestes de Argentina, su país, su camiseta, su gente. Por los aurinegros de Newell’s, su equipo de toda la vida, con el que ganó su primera liga. Y por los rojiblancos del Athletic, un afecto que le ha llevado a plantearse muy seriamente aceptar la renovación ya que considera que ese afecto hacia el club de Ibaigane puede lastrar las decisiones estructurales y deportivas del futuro inmediato del club. Y esta noche en Bucarest Bielsa puede acabar parafraseándose a sí mismo subido a un aficionado anónimo, como aquella tarde en Caballito con la Lepra, entonando su histórico grito. Pero esta vez en lugar del “¡Newell’s, carajo!” será el ¡Athletic, carajo! En cualquier caso, ¡Bielsa, carajo!