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miércoles, 20 de noviembre de 2013

La magia de La Catedral

Artículo publicado por Julen Guerrero en el diario El Correo el 27/05/2013


Recuerdo perfectamente mis primeros días en San Mamés. Entré en Lezama con 8 años, justo cuando el Athletic consiguió sus últimos títulos de Liga y Copa. Esperaba con ansias que llegara el fin de semana. Primero para jugar y después para ir a San Mamés. Era algo sagrado. En aquella época, había un sitio reservado para niños en una de las esquinas de los fondos. Ver no es que viera bien todo el campo, pero sí sentia la emoción y pasión con que se viven cada uno de los partidos en San Mamés. Es algo que te llega muy dentro, que crea adicción. Ahí empecé a sentir la magia de San Mamés.

Se podían llevar banderas. Era una gozada verlas ondeando en la grada. Recuerdo un día de Reyes que había partido. Ir a San Mamés era sagrado, no se discutia, fuera el día que fuera. Mi aita me compró aquel 6 de enero mi primera bandera. Entrar en San Mamés era especial pero hacerlo con una bandera del Athletic era un lujo. El momento en el que salían los jugadores al campo y todas las banderas ondeaban al mismo tiempo mientras sonaba el himno era inolvidable. Se te ponían los pelos de punta, era muy emocionante, una gozada. Pasaron los años y también mi paso por las categorías inferiores. Llegar a jugar en San Mamés vistiendo la camiseta del Athletic cada día estaba más cerca, pero era consciente de que cuanto más arriba subia, más dificultades iba a encontrar. Eso sí, confiaba mucho en mí y me apasionaba lo que hacía.

Antes de llegar al primer equipo ya pude pisar San Mamés. El año que quedamos campeones de Liga y Copa en juveniles jugamos varios partidos allí. Al principio teníamos la incertidumbre de cómo nos íbamos a acoplar al cambio de jugar en Lezama a hacerlo en La Catedral, pero todo salió muy bien. Ganamos todos los partidos. Como capitán de aquel equipo recibí el trofeo como campeones de Liga en San Mamés. Subir hasta el palco a recibirla fue inolvidable. Esa misma temporada debuté con el Bilbao Athletic, que estaba en Segunda A y jugaba siempre en San Mamés. Marqué varios goles. La verdad es que fue una temporada impresionante.

Acabada esa campaña, recibí la gran noticia de que iba a empezar la pretemporada con el primer equipo. Lo normal era empezar y volver a bajar, pero poco a poco me dieron más minutos y abrigaba la esperanza de quedarme. El sueño de jugar en San Mamés estaba más cercano. El partido de presentación fue contra el Bayer de Múnich. Qué mejor manera de debutar con el Athletic en La Catedral. Había que darlo todo para no perdérselo. Ese día llegó, jugué de inicio y además ganamos. Por fin sentí lo que es jugar en San Mamés con el campo lleno. Pero mi máxima ilusión era hacerlo en partido oficial, y para eso aún quedaban un par de semanas. Había que seguir trabajando a tope.

Vi cumplido mi sueño el 6 de septiembre del 92. Primera jornada de Liga, partido contra el Cádiz y salia de titular. El día más esperado de mi vida. Recuerdo perfectamente la salida del vestuario. Justo antes de que se abriera la puerta, cerré los ojos y me dije a mi mismo: 'Por fin voy a cumplir mi sueño. ¡¡Jugar en San Mamés, en partido oficial con el Athletic!!'. Era lo que más había deseado en toda mi vida!!!. Eran muchos los entrenamientos, los esfuerzos, la dedicación... Muchas y muchas horas con la cabeza puesta en ese partido que por fin había llegado. Cuando salté al campo sentí una gran alegría. Había que disfrutar.

Remontada a Osasuna

Ese fue el primero de muchos partidos en San Mamés. Para mi cualquier partido en San mamés es especial. Lo digo de corazón. Evidentemente hay algunos más recordados que otros. El día que conseguimos el subcampeonato de Liga que nos daba acceso a la Champions, clasificaciones para ir a Europa, derbis, partidos con la selección de Euskadi... A San Mamés siempre se va con todo, el corazón y sentimiento de una afición que siente un equipo de manera direrente y que hace que este equipo sea único.

Son muchos los partidos que gana la afición. Cuando rugen todos los aficionados juntos, puede pasar cualquier cosa. Mi último gran recuerdo como jugador fue aquel 4-3 a Osasuna cuando perdiamos 0-3 a falta de treinta minutos. No sé si habrá algún campo que crea en la remontada, pero en La Catedral, hasta que el árbitro pita el final, puede pasar cualquier cosa. Sólo jugué diez minutos, pero fueron suficientes para notar un gran hormigueo por todo el cuerpo y sentir cómo el rugir de San Mamés nos llevó a remontar un partido que parecia imposible. Además tuve la suerte de marcar el último gol, el de la victoria. En ese momento sentí cómo todo el campo empujó el balón al fondo de la porteria. San Mamés tiene magia y partidos como ese lo confirman. Pero para mi la verdadera magia de este estadio es que el que va quiere repetir, tanto de público como de jugador. Es un campo que te llega dentro, que te engancha y ya no te suelta.


Celebración del gol de la victoria frente a Osasuna

Me siento un privilegiado por haber podido jugar en La Catedral tantos años. Es el mejor. No hay una atmósfera igual en ningún otro. El clima que se crea en los partidos es mágico, el rugir de San Mamés es inigualable. Además, desde el primer día he tenido una gran comunión con la afición. He intentado devolver todo ese cariño con esfuerzo, dedicación, responsabilidad y sentimiento tanto dentro como fuera del terreno de juego y me han hecho sentir un cariño tan grande que sólo con escribirlo me emociono. Eskerrik asko a la afición, al Athletic, a San Mamés por esos años que hemos podido disfrutar juntos.

Va a ser muy duro ver desaparecer al viejo estadio. Son muchos los recuerdos que se van con él. Es cierto que hay que modernizarse y que le nuevo campo es necesario y nos traerá grandes alegrías. Sería bueno que el nuevo absorba toda la magia y el sentimiento del viejo. La unión de ambos es fundamental para que el Athletic siga siendo único. Además, la unión es real al integrarse una de las tribunas del viejo en el nuevo. El nuevo San Mamés no empieza de cero, tiene el mejor maestro para guiarle.