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lunes, 25 de noviembre de 2013

Una Copa en cuadrilla

Artículo publicado por Juanma Mallo en el diario El Correo el 13/15/09

Tres aficionados echan 25 años atrás y rememoran su viaje a Madrid para ver el Athletic-Barça en el Bernabéu

Han pasado 25 años y ocho días. Un mundo. Pero ellos se acuerdan de aquel 5 de mayo de 1984 como si fuera ayer. Como si no hubiera dado tiempo para que se haya desarrollado toda una generación de vizcaínos, algunos sus hijos. Aitor Campos, Amaia Pelaz y Santi Oliván gozaron en el Santiago Bernabéu, en directo, de la última Copa del Rey que recaudó el Athletic. Ninguno solo. Entonces veinteañeros -Oliván tenía 18 años- disfrutaron en directo de aquel duelo que acabó en batalla. Los chicos, con los amigos. Ella, con la familia. Una Copa en cuadrilla.

Sus recuerdos hablan de un Madrid «tomado» por el rojo y el blanco. «Parecía Bilbao». De un largo trayecto, en coche o en autobús. De la «facilidad» para conseguir las localidades, nada que ver con lo que ha ocurrido para el choque de esta noche en Mestalla. «Es que antes estábamos más acostumbrados a llegar a finales. La última había sido en 1977, que perdimos contra el Betis. Ibas a la agencia de viajes y comprabas la entrada. Sin más». A Aitor y a Santi les costó 500 pesetas. Amaia invirtió el doble. Aunque el resultado fue similar. Vibraron, se emocionaron, temblaron con su Athletic. Con el gol de Endika. Gritaron, abuchearon e incluso insultaron a Maradona, Schuster, Migueli... Marcados a fuego en su memoria, despliegan estos recuerdos a continuación.

AITOR CAMPOS

«Ese día, Madrid fue bilbaíno»



Aitor Campos posa orgulloso con su bandera rojiblanca. Es su tesoro. Han vivido y padecido juntos cada duelo histórico del Athletic. «Ha estado en muchas 'batallitas'», subraya. La victoriosa final de 1984, la aciaga semifinal de Copa contra el Betis (de la que el lunes se cumplieron cuatro años), el partido de infarto por la salvación contra el Levante... «Me acuerdo que en Madrid, al bajar del autobús, se enganchó con la puerta y se hizo un agujero. Y ahí sigue. Ni la he cosido, ni la he lavado», refleja.

A los 20 años emprendió aquel triunfal trayecto en autobús con «seis o siete» amigos. Chicos y chicas. El primer paso fue conseguir las entradas. Etapa sencilla. «Fuimos a una agencia de viajes y compramos las entradas y el billete. Fue más fácil que ahora. Es que esto es una locura», recuerda este ex socio rojiblanco: «Lo veré por la televisión. Al nacer mis hijos me borré», recita.

Pero conserva su amor al rojo y al blanco. Igual que guarda esa maratoniana y extenuante jornada en la capital. «El ambiente era increíble. Madrid estaba tomada por aficionados del Athletic». Se hicieron los dueños de la ciudad. «Me acuerdo que en el metro gritábamos '¡Que bote, que bote San Mamés!' y la gente saltaba. Y había una marea vizcaína en la Puerta del Sol», recuerda Campos, mientras destaca «el buen ambiente» que reinó con los hinchas del Barcelona, fotografiándose incluso juntas ambas aficiones.

Casi medio día después de plantarse en Madrid -«llegamos sobre las diez»- el árbitro Franco Martínez decretó el inicio del encuentro a las 20.15 horas. El reloj no había llegado al minuto 15 cuando Endika generó una explosión de alegría rojiblanca. «Entonces, nos metimos atrás. A defender el resultado con uñas y dientes. Les dimos mucha caña. Es normal que al acabar el partido tuvieran esa reacción», concede Campos, que acabó el duelo «agotado». «Éramos jóvenes, pero estuvimos todo el día de fiesta, saltando, gritando... Cuando terminó sólo teníamos ganas de descansar en el autobús».
Aunque quedaba otra etapa. «El mejor recuerdo». La celebración en Bilbao. «Fuimos hasta Santurtzi para seguir la gabarra y nos colábamos en los trenes y los autobuses para llegar con la caravana hasta El Arenal», rememora.

AMAIA PELAZ

«Maradona se tiraba todo el rato»



Evoca con «mucha emoción» la final de Copa de hace 25 años. No sólo por el triunfo del Athletic. También porque estaba embarazada de «tres meses». Y porque Amaia Pelaz acudió al encuentro con «toda la familia». «Fue una excursión. Fuimos en varios coches: mi marido, mis suegros, los cuñados... Y por otra parte fueron mis padres. Nos encontramos todos allí», aclara.
En el Bernabéu -«parecía San Mamés», apostilla-, siguió el encuentro desde uno de los fondos. «Me acuerdo muchísimo de Maradona. No paraba de tirarse», recrimina aún Amaia al 'crack' argentino. Su memoria, no obstante, esconde una parte amarga: «En nuestra zona hubo una avalancha. A mi hermano le pegó un policía porque saltó al campo para ayudar a una chica. Nos pusimos muy nerviosos», reconoce.

La misma sensación le invade ahora cuando se escucha que hay gente que se está «empeñando» para poder ir a Valencia. «Eso no es normal. A nosotros la entrada nos costó alrededor de 1.000 pesetas. La gente está dispuesta a darlo todo -su hija ha buscado una entrada «como loca»- y eso los jugadores tienen que recompensarlo. Deben dejarse hasta el carné de identidad», exige. Al mismo tiempo, su mente dibuja de nuevo las imágenes que vio aquel día en Madrid. «Fueras donde fueras, daba igual. A cualquier sitio que miraras veías algo rojo y blanco».

SANTI OLIVÁN

«Dormimos en un escaparate»



«Éramos doce. Todos del mismo barrio de Basauri. La mayoría teníamos 18 años y alguno incluso era más joven. Íbamos con los mayores, que se hacían responsables de nosotros. Por eso nos dejaron ir». Santi Oliván, el único protagonista de este reportaje que estará hoy en las gradas de Mestalla animando al Athletic, salió a las seis de la mañana de su pueblo. En autobús. «Era la opción más barata -y también la más larga- que encontramos en una agencia de viajes en la esquina entre Rodríguez Arias y Alameda de Rekalde. Éramos jóvenes y no teníamos ni un duro», reconoce.

De hecho, la final fue un sábado y ellos, «sin hotel, ni pensión, ni nada», aguantaron hasta el domingo en Madrid. ¿Por qué? «Es que acababa la Vuelta a España y nos quedamos para animar a Marino Lejarreta (entonces líder del equipo Alfa Lum)».

-¿Y dónde durmieron esa noche?

-Pues en un escaparate.

Eran otros tiempos, se apresura a matizar. «Paramos en Aranda y comimos un bocadillo. Eran enormes. Nos los hicieron en Basauri». Ahora el plan varía. «Vamos a cambiar el bocata por la paella». Y es que asistirá con otros compañeros. «Saldremos de trabajar e iremos a dormir a Teruel. Y llegaremos a Valencia el miércoles mismo (por hoy)», traza este socio afortunado con un billete.

Presenciará así su tercera final del Athletic: Barcelona, con victoria; Atlético, al año siguiente, con derrota. «El ambiente previo fue similar en ambos casos. Pero los recuerdos más intensos te quedan de la primera, que además la ganamos». Pero no sólo influye este aspecto. «Era la primera ocasión que salíamos de Vizcaya. Para nosotros, ir a Madrid era como ir a otro mundo. Era la primera vez que montábamos en el metro. Menos mal que dos compañeros estudiaban allí y nos orientaron».

Como de guía le sirven a Oliván las imágenes de televisión para recordar aquel duelo. «Estuvimos en el segundo anfiteatro. Y veíamos a los jugadores como puntitos. Ni vimos a Dani recoger la Copa», acepta. A partir de ahí, la fiesta. «Para nada nos sentimos cansados después del partido», resalta Oliván, que le ocurrió lo contrario que a Aitor Campos. «Estábamos eufóricos», concluye.