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sábado, 31 de mayo de 2014

Amigo Iragorri

Artículo publicado por Jon Uriarte en el diario El Correo el 31/05/2014

El jefe de deportes de Radio Popular, conocido por el grito de sus 'bacalaos' para cantar los goles del Athletic, falleció ayer a los 55 años por un cáncer de páncreas


Estoy harto de escuchar que siempre se van los mejores. Porque es una jodida verdad. Pero lejos de consolar, te quema las tripas. José Iragorri se nos ha ido. Sabíamos que pasaría, y que en la ruleta del cáncer le había tocado de los peores. Pero él tenía esperanza y la contagiaba. La última vez que le vi fue en la entrada del Ein Prosit de los Thate. Le acompañaba Gurutze, su mujer. Una de esas personas valientes que acompañan con entereza al que se está yendo. Siendo enfermera, nadie mejor que ella para saber lo que pasaba. Y aún así, aquella tarde sonreía por los dos con una energía que emocionaba. Hasta bromeamos con su Legazpi natal y nuestro botxerismo. Tiene suerte José con la familia. Han estado ahí. Como un equipo unido. Y de eso sabe mucho el chicarrón de Etxebarri. No me da la gana de hablar en pasado. Ayer mismo volví a ver el último vídeo del Athletic, tras el cierre de esta campaña. En él, gran detalle del Club y merecido honor, sonó por vez primera la voz de un periodista en un video oficial. Y me he emocionado. Sus bacalaos sonaban como nunca.

Cuando alguien muere pierde defectos y gana virtudes. Hipocresía cívica lo llaman. Por eso cuando se va alguien cojonudo de verdad, cuesta describirle sin caer en frases manidas. Y José Iragorri es un gran tipo. Largo como un día sin pan y gigante como pocas personas. Les confesaré aquí y ahora que, allá por noviembre, tuve un acto profesional en La Alhóndiga que para mí era muy importante y le invité. Sabía que estaba mal, que apenas salía de casa y no esperaba que acudiera. Pero se presentó. Entenderán que jamás lo olvidaré, aunque pasen mil años. Pero así era él. Ojalá el día que me toque plegar velas haya tanta gente recordándome como hoy las hay por José Iragorri.

La radio en particular está de luto. Pero también Bizkaia en general. Y sobre todo, el fútbol. Al menos nos queda su sonrisa posando en el césped de San Mamés, horas antes de que entraran las grúas. O en tribuna, con sus hijos, Alain y Xabi. Tienen 26 y 21 años. Generaciones que no han visto gabarras subiendo la ría con copas y títulos. Pero saben que su aita lo vivió y cargó la épica de gasolina para soltarla cada vez que retransmitió un casi, fuera de Copa real o europea. Qué bien entendemos ciertas cosas quienes sentimos ese verde como parte de ese pueblo sin fronteras de color rojiblanco. Sobre todo, con esos bacalaos que no pescó, pero que cocinó como propios.

El gran Fede Merino creó ese 'bacalao' con sabor a gol. Pero lo de pronunciarlo como una metralleta para dejar claro, sin lugar a duda, que habíamos marcado fue cosa de José. Cuando heredó el grito en los 80 le añadió su estilo y lo hizo eterno. Prueben a ver los goles de Manchester o los de cualquier partido épico con su voz de fondo y lo entenderán. Suenan a desahogo, a éxtasis, a felicidad. A verdad. La de un tipo con cara, bigote de Lord inglés y maneras de jugador de football de comienzos del siglo XX.

Ha vivido poco. Una mierda para lo que merecía. Pero tuvo tiempo para hacer de todo un poco. En las primeras elecciones tras el franquismo fue elegido como concejal por el PNV, empezó medicina, lo dejó por el periodismo, y jugó en los equipos del Athletic. Delantero centro. Altura no le faltaba. Fue cedido y no tuvo opción de volver, porque se rompió el cuello en un partido. Así que colgó las botas, pero no el fútbol. Si la vida no le dejaba marcar goles, los cantaría.

Lo último que he sabido de él es una frase: "Gurpegi Justicia". Dos palabras incluidas en un emotivo vídeo dedicado al capitán navarro. Me lo ha pasado Imanol Reino, que a su vez se lo mandó su creador Fernando Santamaría. Y yo se lo he pasado a Lartaun de Azumendi, que no para de contarme cosas de su amigo Iragorri. El teléfono no para y los mensajes se acumulan. Todos hablan de José. Pero hay uno que no paro de volver a ver. Porque no imagino mejor forma de recordarle. Sus mejores bacalaos. Al fin y al cabo es un grito que siempre llevó alegría. Y quizá así, al recordarlo, se vaya de una vez esta pena. José vivió hasta el final como si no hubiera final. Hagamos lo mismo en su honor. ¡Aupa Athletic y los grandes bacalaos! Y ya sabes José, nos vemos en San Mamés.