Translate

martes, 22 de marzo de 2016

El primer partido por televisión

Artículo publicado por Jon Rivas en el diario El Mundo el 22/03/2016

El 3 de febrero de 1963, las cámaras de TVE llegaron por primera vez a un San Mamés nevado


La página de los cromos del Athletic de la temporada 1962/63

Un dato curioso: en los cromos de la temporada 1962/63 aparece por primera vez José Ángel Iribar, que sería fijo en las colecciones durante década y media. Sin embargo, en el cromo correspondiente, aunque el primer plano le corresponde al Chopo, la fotografía de fondo, una acción en un partido, no es del propio Iribar. Resulta lógico porque debutó con la temporada ya comenzada, que era, además, la del 50 aniversario de San Mamés.

Por supuesto, el campo había cambiado mucho desde su inauguración en 1913. Del proyecto inicial de Manuel María de Smith apenas quedaba la orientación del campo y poco más. La tribuna de madera inicial, que se amplió en años sucesivos, dio paso a la que se sustentaba en el arco y que se había convertido en un icono de Bilbao. La General descubierta había ampliado su tamaño y en 1963 daba cabida a 15.000 personas. También se había construído la tribuna de Ingenieros, alta y baja, y pocos meses antes de cumplir 50 años, se terminó de levantar la llamada tribuna Garay.

Además, desde abril de 1962, el campo de San Mamés contaba con iluminación artificial, que se inauguró en un partido amistoso contra el Botafogo. Era una necesidad perentoria del club. Se habían comenzado a retransmitir partidos por televisión desde 1958 y en la temporada 62/63, Televisión Española y la Federación Española de Fútbol llegaron a un acuerdo para abonar un canon por partido televisado. El compromiso obligaba a TVE a pagar cinco pesetas por cada localidad del campo. En el caso del Athletic, con un aforo de 41.400 espectadores, cada partido reportaba 207.000 pesetas, una cantidad importante para la época.

De hecho, las cosas han cambiado poco desde entonces, salvo en las cuantías millonarias que reciben ahora los clubes, porque ya en 1963 el Real Madrid y el Barcelona eran los que más cobraban por partido: 450.615 y 419.340 pesetas respectivamente; después, a distancia el Atlético de Madrid con 290.000 pesetas; luego el Valencia, 240.000, el Sevilla, 230.000 y el Athletic, 207.000 pesetas. Los que menos recibían eran Elche (60.000) y Málaga (56.670).

Así que el fútbol nocturno comenzaba a imponerse. El Athletic se gastó 3,5 millones de pesetas en las cuatro torres con 300 focos en total y una potencia de 550 luxes. Tuvo la entidad rojiblanca que acometer también la iluminación interior de las tribunas, que hasta entonces no había sido necesaria. Las dos últimas torres de aquellas que se instalaron en San Mamés siguen en pie, muy cerca de su ubicación inicial, ya que se colocaron en el campo de Garellano, apenas a cien metros de la Catedral, y cuando el recinto deportivo se convirtió en la estación de autobuses de Bilbao, se mantuvieron allí. Aún están, como reliquia viva del viejo San Mamés.

Con la luz funcionando en el campo, por fin llegaron las cámaras de televisión para retransmitir un partido, aunque estuvieron a punto de no poder hacerlo. Se había elegido el choque entre el Athletic y el Real Valladolid, que dirigía el mítico portero del Barcelona Antonio Ramallets. La fecha indicada, el 3 de febrero de 1963 y el partido se programó para las 18.30 horas, cuando comenzaba a anochecer sobre Bilbao.

Las cámaras se instalaron en unos andamios colocados en la parte alta de la General, y resguardadas por una tejavana, mientras la unidad móvil encargada de enviar la señal se colocaba junto al muro del campo, en la calle Luis Briñas. Pero el de 1963 fue un invierno muy frío, y la nieve cubrió San Mamés el día anterior al partido. Se pensó incluso en suspender el encuentro por las condiciones del campo, pero el Athletic envió varias brigadas de trabajadores a recoger la nieve y el choque se disputó con normalidad, por lo que las tres cámaras instaladas en San Mamés lo retransmitieron. Ganó el Athletic 3-0. Todo salió perfecto, la señal en blanco y negro entró en los hogares que tenían el aparato televisivo y las gradas se llenaron. La TV no les quitaba espectadores a los campos.